La pregunta sobre si se puede mezclar aceite de oliva y girasol es más común de lo que parece, especialmente entre quienes buscan alternativas saludables o prácticas en la cocina diaria. Ambos aceites vegetales tienen características únicas y aportan distintos beneficios al consumo de aceite dentro de una alimentación equilibrada. Pero, ¿qué sucede realmente al combinarlos? En este artículo despejamos dudas y analizamos la viabilidad, los efectos en la salud, la normativa legal y nuestras conclusiones finales.
¿Qué ocurre al mezclar aceite de oliva con aceite de girasol?
Cuando se combinan estos dos aceites, se obtiene una mezcla que equilibra las propiedades del aceite de oliva —rico en ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes— con las del aceite de girasol, que destaca por su contenido en ácidos grasos poliinsaturados, especialmente omega 6.
Desde un punto de vista químico, la mezcla puede soportar bien las temperaturas de cocción moderadas, pero pierde parte de las cualidades del AOVE (aceite de oliva virgen extra), sobre todo si se utiliza para freír a altas temperaturas. En estos casos, la mezcla tiende a degradarse más rápidamente que el AOVE solo, generando compuestos menos beneficiosos para la salud.
En la práctica, muchas personas usan esta mezcla para reducir costes sin renunciar totalmente al sabor y beneficios del aceite de oliva. Sin embargo, el resultado dependerá del tipo y proporción de cada aceite.
¿Es recomendable mezclar aceite de oliva y girasol?
Desde una perspectiva nutricional, no hay riesgo grave al consumir una mezcla de ambos aceites si se hace con moderación. Lo importante es mantener el equilibrio entre ácidos grasos omega 3 y omega 6 en la dieta. Un exceso de omega 6, presente en el aceite de girasol, puede favorecer procesos inflamatorios si no se compensa adecuadamente.
El consumo de aceite debe estar integrado en una alimentación equilibrada, por lo que usar una mezcla ocasionalmente puede ser útil. No obstante, si buscas los máximos beneficios para la salud, es preferible priorizar el uso de AOVE por su alto contenido en polifenoles, vitamina E y efectos cardioprotectores ampliamente respaldados por estudios clínicos como el PREDIMED.
Para freír, algunas marcas comercializan productos que ya combinan estos aceites buscando un equilibrio entre sabor, punto de humo y coste. Sin embargo, siempre es recomendable revisar el etiquetado para conocer las proporciones y la calidad de los ingredientes.

¿Qué dice la ley sobre mezclar ambos tipos de aceite?
En España y otros países de la Unión Europea, la legislación alimentaria permite la mezcla de aceites vegetales, pero bajo ciertas condiciones. Según el Reglamento (UE) 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, si se mezclan diferentes aceites, esto debe especificarse claramente en la etiqueta, indicando el porcentaje de cada uno o, al menos, el tipo de aceites utilizados.
Además, no se puede etiquetar una mezcla como “aceite de oliva” si no cumple con los estándares establecidos para esa denominación. El término “aceite de oliva virgen extra” (AOVE), por ejemplo, solo puede utilizarse cuando el producto cumple con estrictas condiciones físicas, químicas y organolépticas.
En resumen, mezclar aceite de oliva y girasol es legal, pero la comercialización de esa mezcla está regulada para evitar confusiones entre los consumidores.
Conclusiones
Entonces, ¿se puede mezclar aceite de oliva y girasol? Sí, se puede, tanto en casa como en productos industriales. Esta práctica puede ser útil para ajustar el presupuesto o suavizar el sabor fuerte del AOVE, pero es importante entender las implicaciones en la calidad nutricional y en el proceso de cocinado.
Si tu prioridad es la salud, lo ideal es apostar por el aceite de oliva virgen extra como grasa principal en la dieta. Para freír, puedes optar por aceites de girasol alto oleico o mezclas etiquetadas de forma clara que mantengan una buena resistencia a altas temperaturas.
Recuerda siempre revisar el etiquetado, mantener una dieta variada y optar por productos que respeten los principios de una alimentación equilibrada. Como dice la Fundación Española del Corazón, “una buena elección de grasas puede marcar la diferencia en la prevención de enfermedades cardiovasculares”.